Un templete te cobija, Palma del Río te espera.

      Cuando los atardeceres de agosto se tornan rojizos tras la espadaña de su ermita, cuando el puente se transforma en un reguero de promesas que van y vienen en la mañana, cuando el corazón se acelera al escuchar tu nombre, Belén... yo te sueño de nuevo, como cada año desde hace ya algún tiempo, te sueño Señora cobijada en tu templo de madera y plata que cruza el puente de hierro buscando el clamor de tu  pueblo, que enjaeza sus caballos, que se viste flamenco, que te canta y te baila, y que huele a romero.

      Todo se para por unos segundos, todo, menos mi corazón que late con fuerza cuando escucha el tintineo de las campanillas de tu efímero templo, que repican a gloria porque un año más se hizo realidad, lo que siempre fue mi sueño. 

       Sueño de carboncillos rotos, de esbozos que nunca vieron la luz, de ideas que se fraguaron a fuego en la soledad de mi taller cargado de ilusiones, vacío, y a la vez tan lleno. Lleno de ti Belén, primer sagrario de la historia donde la Palabra se hizo carne para habitar entre nosotros ese Dios que es Amor, Dios del Amor, Amor de los Amores que sostienen tus manos como un preciado tesoro que le regalas a tu pueblo.

Proyecto del nuevo templete aprobado por la Junta de Gobierno en 2004, estancado en su ejecución desde aquel año, una auténtica pena.

        Y el metal se hizo dócil, maleable la madera, noble metal repujado de hojarascas de oraciones que se cincelan con el fervor de quien te sueña vestida de sol, con la luna bajo tus pies y coronada de estrellas, profecía hecha arte en orfebrería palmeña que se cobija en un templete, mientras Palma del Río te espera.

      

La de 2013, será la décima romería que procesione en su templete... y nada se ha avanzado, aunque siempre será ilusionante trabajar para la Patrona